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Cimanaje y la temporalidad como forma de socializacion de los esclavizados en Colombia en el siglo X

1

Cyriaque Simon Pierre AKOMO-ZOGHE.

Doctorante en el Departamento de Historia y civilizaciones-época moderna en la Universidad de Paris 8 Vincennes Saint-Denis. Correo:

akomezoksimon@yahoo.fr

Desde el proceso de la esclavización de los negros en Colombia en el

siglo XVI hasta hoy en día, muchos son los temas que han sido tratados por los

investigadores relacionados con la situación sociopolítica y económica de ellos.

Pero nos parece sustancial y esencial interrogar un aspecto novedoso de la

problemática de la esclavitud a través de dos fenómenos precisos: el cimarronaje

y la cuestión de la temporalidad como formas de socialización de los

Cimarrones en el siglo XVII.

En efecto, entendemos primero por cimarronaje el hecho para los esclavizados

de huir el trabajo en las plantaciones y minas para refugiarse en los montes a fin

de conseguir su libertad. Aquellos Esclavizados se denominaron por el término

de Cimarrones. Desde las serranías, asentaron territorios y empezaron esos

rebeldes a ejercer resistencia violenta a las huestes españolas que los perseguían

en el territorio que hoy es Colombia, se les conoció como palenques. A su vez,

Idelfonso Gutiérrez Azopardo piensa que los palenques1 eran células de

subversión y zonas de resistencia. A partir de ellos, sigue diciendo, el negro

esclavo se organizaba al interior de su vida para crear una nueva forma de vivir.

En este universo desprovisto a veces de todo contacto con el mundo

exterior y con la noción del tiempo, nos interrogamos acerca de su modo de

orientarse. El tiempo sobrentendido por supuesto como la noción fundamental

concebida como un medio ambiente absoluto por el cual se suceden eventos y a

menudo resentido como una fuerza ejerciendo acción sobre el mundo y los

seres.

Con ello, la noción de la temporalidad y su evocación en este trabajo

consiste en ver cómo los negros de manera individual y colectiva percibían el

tiempo durante su exilio en tierra cartagenera. Sabiendo también que en ese

universo esclavista, el tiempo constituyó un acicate que propició a dicha

población tomar conciencia de su situación servil y vislumbrar nuevas

perspectivas de vida hacia nuevos horizontes. Fue para los esclavizados un

camino de reapropiación del tiempo y de la memoria en esa nueva sociedad.

Este proceso de mentalización sirvió de punto de partida del despego de sí

1 Idelfonso GUTIÉRREZ AZOPARDO, Historia del negro en Colombia ¿Sumisión o rebeldía?, Bogotá,

editorial nueva América, 1994, p. 39.

2

mismo y se abrió hacia el porvenir en un movimiento de imbricación de la línea

convencional del tiempo.2

El tiempo aquí tiene que entenderse también como el conjunto de los

fenómenos cosmológicos capaces de responder a la necesidad para los

Cimarrones de orientarse de día y de noche.

Por lo tanto, hablar en primer lugar de la representación colonial de los

esclavizados enseñando las consecuencias que acarreó en la sociedad

cartagenera nos parece sustancial.

1-Representación de los Negros y sus consecuencias en la Nueva

Granada en el siglo XVII

Señalamos en primer lugar que la superpoblación de la ciudad de

Cartagena, situada en el Caribe colombiano, debida a la llegada masiva de los

esclavizados africanos en el puerto de Cartagena suscitaba inquietudes hacia los

Colonos.3 Ya desde 1540, empiezan a producirse cédulas referentes al problema

de los cimarrones en la provincia de Cartagena. En ese entonces, la Corona

manifiesta haber sido informada de la gran cantidad de esclavos negros que

permanecía fugitiva y alzada en los montes, causando daños a los naturales.4

Luego en 1552 la población negra en Cartagena de Indias era además tan

numerosa que empezó a suscitar la expedición de medidas de control de dicho

fenómeno.

Así, sobre el plano psicológico, la vida del esclavizado en Colombia fue

determinada por una serie de órdenes terminantes y preceptos jurídico-religiosos

y socio-económicos que requerían la obediencia y la extrema sumisión del

mismo. Con ello, el respeto dedicado a los maestros, el temor de la

responsabilidad, el miedo de la orfandad, el abandono, el aislamiento; la

angustia de la insubordinación; la inquietud de entrever cierta libertad, etc., todo

esto para que la sociedad tenga control sobre sus sujetos.5

2

Marc MVE BEKALE, Traite négrière & Expérience du temps dans le roman afro-américain, Paris,

L’Harmattan, 2006, p. 163.

3A.G.I. (Archivos generales de Indias), Signatura: Contratación, 5755, Título: Autos de denuncias y arrivadas de

esclavos, Fecha inicial: 1596 fecha final: 1668, Número2: De arrivadas. 1621-1650, folio 27.

4 Cristina NAVARRETE, Cimarrones y Palenques en el siglo XVII, Cali, Universidad del Valle, 2003, p. 49.

5Manuel, ZAPATA OLIVELLA, La rebelión de los genes, el mestizaje americano en la sociedad futura,

Bogotá, Altamir éd., 1997, p. 282.

3

Por otra parte, nadie ignora que todas las sociedades esclavistas de

América latina eran regidas por un tratamiento muy especial: producir riquezas

trabajando de sol a sol sin descansar y padecer los maltratos físicos. A propósito,

Victor Schoelcher, político francés notaba que el látigo formaba parte del

régimen colonial; el látigo era el agente principal; el látigo era su alma; el látigo

era la campana de las casas, anunciaba el despierto y el retiro, señalaba la hora

del trabajo; el látigo marcaba también la hora del descanso; y se castigaban a los

culpables al son del látigo, y se reunía por la tarde como por el día los socios de

una habitación para la oración; el día de la muerte era el único momento en el

que el negro olvidaba el despierto con el látigo.6 La lista de los distintos castigos

era también muy larga.

Las consecuencias de esos maltratos físicos fueron el nacimiento y la

evolución del cimarronaje en la sociedad colonial nueva granadina que se había

convertido en una urgencia para los esclavizados.

Este clima de inseguridad provocado por las distintas huidas de los esclavizados,

arrastró entre los maestros y ellos una crisis de confianza que se desembocó en

un sinfín de enfrentamientos que conoció Colombia a partir de los años 1600.

Pese a los intentos de exterminio de los focos de cimarrones, esos últimos se

quedaron impávidos ante el peligro que les acechaba diariamente en sus

palenques.

2-El cimarrón y el tiempo

En efecto, la temática del tiempo en el universo esclavista de Colombia

colonial, nos preocupa aquí en la medida en que se fundamenta en la idea de ver

su aporte determinante entre los cimarrones de aquel entonces. Es sustancial

mencionar que existía en el universo esclavista una tri-temporalidad entre los

esclavos que simbolizaba los tres tipos de tiempo que correspondían a tres

realidades diferentes. En primer lugar, tenemos el tiempo de la esclavitud, luego

el tiempo del cimarronaje y por último el tiempo de las remanencias culturales

de origen africano.

Tocante al tiempo de la esclavitud, el día desempeñaba un papel

imprescindible en la sucesión de los eventos diarios, en las plantaciones, las

minas o en el trabajo doméstico. La ocurrencia de los acontecimientos

relacionados con el dolor físico debido al trabajo penosísimo, las malas

condiciones de vida, la crueldad de los maestros, el látigo, etc., se hacían de día.

El tiempo vivido de día por los esclavizados, era linear, lento, des-ritualizado es

decir que no estructuraba la vida de los mismos, monótono, rutinario, doloroso,

6 Victor Schoelcher, Esclavage et colonisation, Paris, PUF, 1948 (1ère édition), 2007 (réédition), pp. 49-50.

4

mortal porque mataba a los mismos física y sicológicamente. Al contrario que el

tiempo convencional en el que el día es el tiempo de la vida,7 el tiempo de la

esclavitud vivido por los negros como una « muerte espiritual » daba a entender

una especie de imposibilidad para ellos a romper sus cadenas durante sus

actividades diurnas. Una « muerte espiritual » también porque los esclavizados

perdían el libre albedrío; se encontraban en una forma de “oscuridad”, es decir

sin salida. Para Mircea Éliade, la « muerte espiritual » simbolizaba en este

sentido como las tinieblas, la Noche cósmica, la matriz telúrica, la cabaña, el

vientre de un monstruo, etc.,8 y para Orlando Patterson los esclavizados

sufrían una « muerte social».9 Fue para los Negros el periodo de la ausencia del

“uso de razón”, de la “pequeñez”, del caos. El tiempo a partir de aquel momento

parecía estático e inmóvil concebido como un calvario interminable, daba lugar

a la deshumanización, a la reificación y a la cosificación de los esclavizados

porque les restaba todas sus facultades de defensa. De esta forma, la impotencia

para esos últimos frente a su condición social de día rayaba también en la

dificultad de dominar el tiempo, porque el mismo escapaba, era inasequible y

pertenecía a los dueños.

Por lo del tiempo del cimarronaje, correspondía a la noche y variaba entre

el proyecto de la reconstrucción de sí mismo, de la reedificación de un nuevo

medio ambiente capaz de mejorar sus condiciones de ser oprimido y la necesitad

de domesticarlo de una vez, dándole un valor sociológico a sus anchas. Era el

tiempo del recogimiento, de la esperanza y del alivio. De noche, apremiaba el

tiempo, era el momento de la vida, de la realización y del « renacimiento »

porque para renacer, hay que morir primero, según un dicho africano. Según

Mircea Éliade, el « renacimiento » como forma de « resurrección » espiritual

incluso sus símbolos adicionales, indicaba que el bisoño o esclavo accedió a otra

existencia, inasequible para todos los que no sufrieron la prueba iniciática, es

decir los que no murieron espiritualmente o los que no sufrieron de día la

esclavitud.10 Por ende, para los dueños de esclavos, la noche era para dormir, en

cambio, para los esclavizados, la noche representaba una especie de salvación

espiritual, un momento idóneo para conspirar y conquistar su libertad. En fin,

urge señalar que de noche los negros aprovechan la oportunidad para la creación

artística y de un nuevo lenguaje, como lo afirma Manuel Zapata Olivella,

«esos negros se comunicaban todo con la mirada ». El silencio, los ojos eran su

mejor idioma no importaba de qué tribus provinieran.11 Fue un idioma

codificado, estructurado y hermético al público exterior.

7 Christoph WULF, Une anthropologie historique et culturelle. Rituels, mimésis sociale et performativité, Paris,

Téraèdre, 2007, p. 114.

8 Mircea ELIADE, Initiation, rites, sociétés secrètes, Paris, Gallimard, 2004, p. 18.

9 Françoise VERGÈS, La mémoire enchaînée, on sur l’esclavage, Paris, Albin Michel, 2006, p. 79.

10 Idem.

11 Manuel, Zapata Olivella, Changó el gran putas, Bogotá, Oveja Negra, 1983, p. 36.

5

Luego, el tiempo del cimarronaje sobreentendía también la cura de las

heridas físicas y morales de la vida en la esclavización. Esta noción temporal del

apalancamiento hacia los montes aparece implícita como una estructuración de

las distintas situaciones trágicas vividas desde las plantaciones, en periodo de

esclavitud, hasta el anhelo de libertad caracterizado por el proyecto de

apalencarse hacia las serranías.

Al final, tenemos el tiempo de las remanencias culturales. En efecto, la

vida en la selva era fuertemente ritualizado y obedecía primero a una

preparación colectiva, a la búsqueda de una tierra para asentar un palenque. En

la selva exigía una parcelación de las tareas entre los esclavos.

Fue desde luego el tiempo de la « re-interpretación cultural » como lo

afirma Herskovits12, de la reproducción de las culturas de origen africana,

precisamente el culto de los ancestros y de la adaptación según sus nuevas

realidades sociales y climáticas. Por eso, en los palenques el tiempo era

cuidadosamente ritualizado tal como lo muestra Christoph Wulf.13 Menciona a

las claras que el tiempo y las experiencias del tiempo eran organizados por la

mayor parte a través de los rituales.14 Reproduciendo así miméticamente las

situaciones rituales del pasado africano, los cimarrones afirmaron su importancia

por el presente y aseguraron su propia continuidad. Es una de las causas de la

supervivencia del cimarronaje y de su éxito en Hispanoamérica.

Notamos en este movimiento intencional de huida, un símbolo para el

sujeto oprimido, de proyectarse hacia un futuro mucho más feliz teniendo por

dechado la instauración de un clima social equitativo y libre.

3- Papel de África en la conciencia temporal de los Cimarrones

En efecto, África, según la evolución del cimarronaje representaba un

lugar ideal, una tierra de libertad y de realización. Ahí podían vivir abierta y

libremente sus creencias, desarrollar los fenómenos culturales y artísticos.

Esta África medio inventada por los esclavizados a la luz de las estrellas

propiciaba entre ellos el sentimiento de haberse liberado de la esclavitud. Una

vez más, Paul Ricoeur designa este tiempo por el « tiempo vivido »15 entendido

aquí como la idea de volver a poner en práctica sus antiguas creencias de origen

africana a fin de luchar contra el tiempo convencional que iba escapándose y

que ya no dominaban. Este mismo tiempo vivido se llama también el « tiempo

12

Roger BASTIDE, Les Amériques noires, Paris, Ed. Payot, 1967, p. 9.

13 Christoph WULF, op. cit., p. 113.

14Ibidem, p. 116.

15 Idem.

6

histórico » caracterizado según Paul Ricoeur por las expectativas, las angustias,

los temores, los proyectos, etc. 16 Fue la celebración de la africanidad en todas

sus acepciones.

En efecto, todas las distintas acepciones del término « africanidad » según

Manuel Zapata Olivella, nos permite resaltar dos ideas claves de la concepción

de los negros colombianos de manera general del continente africano: primero,

es el lugar de la creación artística y luego es el lugar donde se descansaban los

espíritus de los ancestros de todos los africanos de África incluso los de la

diáspora. A partir de una visión africana idealizada, los cimarrones se sentían

obligados a referirse a ella cada vez que llevaban a cabo una empresa heroica.

Sin olvidar el hecho de que la mayor parte de los jefes de palenques de la costa

atlántica colombiana desde finales del siglo XVI hasta principios del siglo XVII

nacieron en África. Además, para mejor analizar el imaginario del esclavizado

prófugo en su relación directa o/e indirecta con África, es menester tomar en

cuenta el papel protagonista que desempeñaba la memoria y la forma de usarla

diariamente en la sociedad cimarrona.

Según Édouard Glissant, el lugar común de tantos disturbios y de

contradicciones hasta ahora irresolubles quedará en todos los casos la memoria,

sus distintas exigencias, sus distorsiones o sus carencias y a veces sus

enfermedades. 17 Manuel Zapata Olivella, a su vez opina que desde el punto de

vista mnemónico, es imprescindible recordar su papel de regulación tanto sobre

el plano onírico como sobre el plano real. La designa por « memoria ancestral »

18 porque permitió a que los cimarrones, singularmente, se acordara de su pasado

africano a fin de reproducir parte de la cultura de sus ancestros tanto en los

palenques como en otros sitios.

Por eso es por lo que Édouard Glissant respalda este punto de vista

subrayando que la memoria en este sentido propició desde luego que los

esclavizados, pese a sus diferentes orígenes africanos, recompusieran gracias a

lo que designa por « memoria disgustada » las huellas indelebles de sus culturas

de origen y que las pusieran en connivencia con las herramientas y los nuevos

instrumentos impuestos por sus dueños, a fin de crear, impulsar, conglomerar,

[…] todas esas culturas de criollización entre las más sustanciales que fueran, a

la vez fecundas de una verdadera investigación muy peculiar y enriquecedora

por ser válida para todos en el actual panorama del mundo…19

16 Idem.

17 Édouard GLISSANT, op. cit., p. 27.

18Manuel ZAPATA OLIVELLA, El Árbol brujo de la libertad, África en Colombia, Orígenes -

Transculturación-Presencia, Ensayo histórico mítico, Bogotá, Artes Gráficas del Valle, 2002, p. 86.

19Édouard GLISSANT, op. cit, p. 109.

7

Según Aristóteles, « la memoria no es más que el pasado mismo ». En

esta misma línea argumental, Toni Morisson, citado por Marc Mvé Bekale nos

recuerda que el custodiar la relación con el pasado constituye una fuerza

imprescindible para el equilibrio del individuo. Continúa precisando que el

pasado más que el futuro, alberga un sinfín de recursos necesarios para la

realización de nuestro « campo de presencia », es decir, lo que es realmente

infinito, es el pasado. En cambio, para acabar con su reflexión, Toni Morisson

piensa que el futuro parece haberse acabado mientras que el pasado es infinito

en el sentido que podemos más referirse al pasado- y parte de la cultura negra,

como lo asevera se relaciona íntima y estrechamente con el yo y los ancestros.

Este vínculo es condescendiente, protector e instructivo. 20

Para Idelfonso Gutiérrez Azopardo, los cimarrones desde el punto de

vista africano, volvían a desempeñar su rol de guerreros con tal mística, que

salían al combate como lo hacían sus antepasados africanos.

Conclusión

Por ende, parece juicioso señalar que la consciencia como proyección

hacia un futuro sociocultural era mucho más prometedora que la resignación.

Con ello, este trabajo nos ha permitido también demostrar que el cimarrón a

pesar de su condición de ser servil, nunca se desanimó frente a su deseo de

conquistar su libertad. Así, el tiempo, considerado aquí como portador de

esperanza en ese universo esclavista colombiano, aunque cíclico y estático había

moldeado, en la conciencia colectiva e individual, nuevas maneras de vivir, de

pensar, de actuar, de comunicarse, etc. Esta noción de tri-temporalidad es decir:

el tiempo esclavista o tiempo de la opresión, el tiempo del cimarronismo

caracterizado por la busca de Libertad y el tiempo de la reproducción cultural o

tiempo ontológico, como fundamento de la conciencia social de los cimarrones

forjó el carácter y la personalidad de los mismos. Todo esto tenía por meta una

socialización urgente en su nuevo medio ambiente.

Por otra parte, el arte de rebelarse, de cimarronear y de readaptación

constituyó para el cimarrón un arma temible para su supervivencia. Pese a las

múltiples tentativas de destrucción de los palenques en la región de Cartagena

en el XVII, con la famosa « guerra de los cimarrones » a la que tan

apropiadamente aludió De Suazo, gobernador de Cartagena en su tiempo, dio

además pie para que, en 1971, el historiador Donaldo Bossa Herazo llamara a

ese período el Siglo de Terror en Cartagena de Indias. 21

20 Marc MVE BEKALE, op. cit., p. 147.

21 Nina Simona de FRIEDEMANN et PATIÑO ROSSELI, op.cit., p. 38.

8

Gracias al espíritu de combatividad y de abnegación, las luchas de

los cimarrones se convirtieron en el siglo XVII en una serie de victorias que se

dispersaron en la mayor parte de los territorios esclavistas de Colombia. Lejos

de considerar los palenques como meros focos de delincuentes, para nosotros

fueron, como lo menciona Idelfonso Azopardo, verdaderas células de

subversión y zonas de resistencia, […] fueron también considerados como

verdaderas repúblicas independientes, como tierras conquistadas donde el

esclavo se hacía fuerte y establecía sus centros de acciones guerreras.22 Los

cimarrones fueron a partir de este momento a la vanguardia de los movimientos

de liberación no sólo de la región de Cartagena sino también en la mayoría de

las ciudades esclavistas de Colombia.

22 Idelfonso GUTIÉRREZ AZOPARDO, op. cit., p. 39.

 

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